Manuel González, la segunda generación de una empresa basada en la superación
- Andrea del Valle
- 20 dic 2020
- 2 Min. de lectura
Solo con escuchar el nombre de la empresa ya es posible percibir el cariño con el que se ha mantenido en pie y la familiaridad con la que trabajan. ‘Fábrica de embutidos los dos manolos’ es una empresa cárnica que ha crecido a lo largo de los años, no sin esfuerzo y con la dedicación de un padre emprendedor y de un hijo que hereda su legado con orgullo.
La empresa de ‘Fábrica de embutidos los dos manolos’ cuenta con una historia admirable. Su origen es humilde. Junto a su padre, comenzaron comprando y vendiendo aceitunas por los pueblos, con una mula como único transporte.
‘Pasamos de vender aceitunas con una mula a venderlas con una furgoneta comprada con mucho esfuerzo’, cuenta el empresario. Con ella se desplazaban hasta Burgos, donde se concentraban muchas de sus ventas. El paso del tiempo hizo que las aceitunas pasaran a un segundo plano, y finalmente fueran sustituidas por producto cárnico. Lo que en un principio era un pequeño surtido de embutidos pasó a convertirse en todo un bufet. Los productos ofrecidos crecieron, y a la lista se sumaron algunos como el salchichón o el jamón.
Un accidente de tráfico provocó un cambio irreversible. Manuel padre quedó inválido, y el entrevistado tuvo que continuar con la empresa en solitario.
Los valores que se presentan como decisivos a la hora de mantener la empresa en pie son la dedicación, el esfuerzo, la perseverancia y, por qué no decirlo, la necesidad. Manuel González nos cuenta que este negocio ha sido el sustento de toda la familia: su mujer Maribel y sus hijos Manuel y Verónica, fallecida a los 27 años por cáncer.
El trabajador cuenta que tan solo tiene un empleado. Ambos trabajan en la única fábrica que tienen, situada en Serranillos, un pequeño pueblo de Ávila con tan solo 250 habitantes en 2018. En esta pequeña localidad, tan solo hay una farmacia y un par de tiendas a las que ir.
El perfil de Manuel es como el de muchos hombres de este país. Con más de 60 años, sigue teniendo vitalidad y ganas de continuar haciendo lo que más le apasiona. En el caso de Manuel, cuenta que lo único que quiere es disfrutar de sus dos nietos y de su mujer muchos años más mientras continúa con una empresa familiar que le ha proporcionado el sustento y que con tanto cariño ha sacado adelante.
La empresa es un negocio modesto y chapado a la antigua. No cuentan con página web, sino que todo contacto se hace mediante teléfono. Respecto a sus ventas, se han visto bastante afectadas por la crisis del Covid-19, tal y como nos cuenta Manuel González. Las define como ‘modestas’.
El hijo de Manuel es policía, por lo que parece que aquí termina el recorrido de una empresa creada y desarrollada con esfuerzo y cariño.
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