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Dejen para mañana lo que puedan hacer hoy

  • Andrea del Valle
  • 30 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Mi profesor de inglés, natural de Reino Unido, siempre solía decir algo sobre los españoles. ‘Si quedas a las cinco con un español, preséntese a las cinco y media’. A diferencia de los británicos, España no es conocida por su formalidad a la hora de cumplir con los horarios. Si no que se lo pregunten a los miles de españoles que siguen esperando cobrar los ERTES.


La pereza, la parsimonia y la dejadez con la que trabajan muchos hacen de España uno de los países menos productivos de la Unión Europea. Como si pesara la vida, y fuésemos a trabajar con losas en las manos en vez de maletines.


Como si de un partido de baloncesto se tratara, los tiempos fijados nunca son los que se cumplen. Solicitudes, llamadas y emails colapsan los buzones.


Los emails llegan cada vez con mayor desesperanza y urgencia. Apelan a una respuesta inmediata que no llega, y buscan a un responsable que nunca dará la cara.


- Buenas tardes, llamo para obtener información sobre el cobro de los ERTES. Les he escrito varias veces, pero no obtengo ninguna respuesta.
- Llame mañana, la persona que lo gestiona no se encuentra en la oficina.

Familias sin recursos económicos y con demasiadas facturas que pagar ven como la pila de deudas que llevan a sus espaldas pesan más que un saco de rocas. De nada importa la urgencia de la solicitud y nadie recuerda el significado de la palabra ‘empatía’.


Los funcionarios, al igual que otros muchos trabajadores, continúan dejando para mañana lo que es necesario hacer hoy. Y es que, aunque el refrán diga ‘vísteme despacio que tengo prisa’, miles de españoles se encuentran desnudos, sin nadie que les arrope.

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