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Greta Thunberg, el símbolo del movimiento ecologista

  • Andrea del Valle
  • 22 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

Greta Thunberg, la adolescente conocida mundialmente por sus críticas a multinacionales y a los políticos poco comprometidos con el cambio climático y el calentamiento global, se ha convertido en el foco de las críticas fáciles marcadas por la poca empatía y sensibilidad en las redes sociales y universo virtual.


Está bien eso de que todos podamos hablar, opinar o criticar, pero la sensibilidad y la libertad de opinión son perfectamente compatibles con la razón y la responsabilidad moral.


Con tan solo dieciséis años, la joven ha sido calificada como ‘marioneta de otros’, ‘niña rica’ o ‘mascota internacional del alarmismo climático’. Ya a sus doce años comenzó a recibir este tipo de calificativos, y a ser sometida a una presión que ninguna adolescente debería aguantar.


Su énfasis al dar sus discursos y su forma de gesticular han convertido a la joven activista en la protagonista de todo tipo de burlas y memes que circulan por internet. Al dolor que cualquiera sentiría al enfrentarse a esta situación y comentarios hay que sumarle la enfermedad que sufre Greta Thunberg: tiene síndrome de Asperger.


Según la Confederación Asperger España, el síndrome se define como un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista y que afecta la interacción social reciproca y la comunicación verbal y no verbal. Las personas que lo sufren también ofrecen una resistencia para aceptar el cambio e inflexibilidad del pensamiento. Sus campos de interés son pocos, pero en ellos invierten todos sus esfuerzos y tiempo.


Greta Thunberg no es la primera adolescente que se ha convertido en activista pública. "Vengo a deciros que los adultos debéis cambiar vuestros modos. No tengo una agenda oculta. Estoy luchando por mi futuro. Los adultos decís que nos queréis, pero os reto, por favor, a que vuestras acciones reflejen vuestras palabras. Gracias". Este era el discurso de Severn Cullis-Suzuki, de 12 años. La diferencia es que ella tuvo la suerte de convertirse en estrella cuando aún no existía internet.


A pesar de las críticas que recibe, el éxito de Greta continúa creciendo. En el último año, Greta Thunberg ha recibido dos premios. En abril ganó el Human Act Award 2020, y en julio recibió el Gulbenkian Prize for Humanity. En ambos casos donó las ganancias a ONGs y obras sociales: a UNICEF contra el Covid-19 y un millón de euros a actividades contra la crisis climática.

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